miércoles, 6 de julio de 2011

Correccional Akane Capítulo III

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Capítulo III - Nuevos Compañeros

Desvié la mirada hacía la cocina, todos estaban en fila con sus charolas, esperando su turno para comer. El que estaba detrás de mí se distrajo y me colé en la fila, tenía demasiada hambre por lo sucedido el día anterior.


- ¿Quién te crees para meterte en la fila “chico nuevo”? - dijo el chico que antes estaba en mí lugar, era bastante alto, tenía el cabello blanco, corto, así como unos fascinantes ojos plata, su voz tenía un tono molesto pero su cara mostraba absoluta tranquilidad - ¿Es que no conoces las reglas del lugar?

Chico nuevo supongo que ese será mi nombre aquí.

- ¿Reglas? No, no he oído de ellas… Y por cierto, tengo un nombre ¿sabes?

- Supongo que lo tienes, pero aquí eres el chico nuevo-  dijo el peliblanco cerrando los ojos y mostrando una sonrisa que no supe interpretar - Sobre las reglas, el número uno y la más importante es: los nuevos SIEMPRE van al final ¿ENTENDISTE?

Cuando el chico menciono la regla su cara y su voz se tornaron serias, el lugar se volvió incómodamente silencioso y toda la gente volteó en nuestra dirección. En el momento en que quise responderle, él me tomó del brazo y me sacó de la fila bruscamente. Su fuerza me sorprendió y lo miré desconcertado. Su cara regresó a esa sonrisa, ahora un tanto cínica.

- Oh, lo olvidaba ¡Bienvenido!

Já. Sin duda este lugar esta lleno de dementes pensé mientras caminaba al final de la larga fila. Esperé mi turno y, para variar, toda la “buena comida”, que no pasaba de una pasta o un mísero trozo de carne recalentada, se había acabado. Solo quedaban restos de la cena del día anterior. No le di importancia y tomé todo lo que parecía comestible.

Busque una mesa, todas estaban llenas o  los demás no dejaban que me sentara en ellas. Me sentía como el primer día en una escuela nueva, donde todo se divide en populares o perdedores. Por ahora, yo era uno de esos “perdedores” así que tendría que acostumbrarme.

Encontré una mesa vacía, y me senté a comer. Podía sentir las miradas de los demás pero eso era lo que menos me interesaba. Me quede pensando y recordé lo que el policía rubio me había dicho en la madrugada: “Mañana tendrás un interrogatorio”. ¿Un interrogatorio? Supongo que tendría que contar lo que había pasado realmente, el problema sería que me creyeran o no. Me sumí en mis pensamientos y no noté que alguien se había sentado a mi lado. Una voz me despertó de mi mundo.

- ¡HOLA!

- ¡AAAAHH! - grité y caí de espaldas al suelo. Un crío se había sentado a mi lado y me había gritado en el oído. Era un chico que aparentaba no más de 16 años. Me miraba sorprendido y confundido. Tenía el cabello café claro pero parecía rubio. Sus ojos dorados no dejaban de mirarme.

- Hehe, lo siento, no quería asustarte - dijo ahora sonriendo y tendiéndome una mano para levantarme, ahora el confundido era yo.

- ¿Pero que…?

- Oh, si, mi nombre es Chiaki Miharu, pero todos me dicen Haru, encantado de conocerte - continuó el chico, mientras me ponía de pie.

- Tetsuya Kenshi - respondí, aún no captaba que acababa de pasar.

- ¡Bienvenido a la correccional Akane, Kenshi-kun! – Soltó alegremente, pero rápidamente cambio su expresión por una mucho más seria -, veo que ya conociste a Toshiro-san.

¿Toshiro-san? ¿Se referirá al peliblanco? Pensé, y recapitule lo sucedido, aquel chico se llamaba Miharu y había salido de no se donde asustándome y llamándome por mi nombre con toda la confianza del mundo.

Dieron otro timbre y la gente comenzó a salir del lugar, me apresuré a terminar lo que tenía en la bandeja.

- Ops, se acabó el tiempo. Nos vemos mas tarde Ken-shi-kun - volvió a hablar el tal Miharu de nuevo sonriendo y salió corriendo del lugar. Seguía un poco confundido pero empezaba a entender todo.

Al ver que todos se dirigían a sus celdas hice lo mismo, pero, para mi sorpresa, el policía pelinegro de la noche anterior me detuvo.

- ¿A dónde crees que vas? Esa ya no es tu celda.

¿Ya no es mi celda? Recordé que su compañero el guardia rubio menciono que cambiaría de celda pero me pareció demasiado pronto.

- Vamos, te llevare a tu nuevo “hogar”.

Fruncí el ceño y camine silenciosamente detrás del oficial hasta llegar a mi destino. Vi el número de celda: 13. Irónico, el número perfecto para mi mala suerte. Abrieron la celda y entre, eran 2 literas, al parecer solo 2 camas estaban ocupadas, pude ver a Miharu en la cama inferior de una de ellas. Había alguien en la parte de arriba pero no lograba ver.

- ¡Kenshi-kun, que sorpresa! - dijo mostrando una pequeña sonrisa, luego miró al policía y soltó una pequeña risilla. – Narihara-san, hace tiempo que no lo veía.

- ¡CALLA CHIAKI! - gritó el oficial que, curiosamente, parecía molesto, volvió a hablar, ahora dirigiéndose a mí. - Esta es tu nueva celda, no se permiten peleas entre compañeros ni ningún tipo de alboroto. Ellos te explicaran demás reglas del lugar. Más tarde se hará tu interrogatorio y Ryuichi te escoltará allá.

Supuse que Ryuichi era el otro policía, aquel rubio agresivo. El pelinegro cerró la celda y, mirando molesto a Miharu, se fue.

¿Qué clase de relación tendrían Miharu y el oficial como para hablarse con tanta confianza? Voltee a ver a Miharu y solamente sonreía en dirección a la puerta, como si esperara que aquel pelinegro volviera. Decidí que le preguntaría más tarde.

Examiné el lugar. Pude ver una pequeña mochila en la que sería mi cama, la abrí y encontré algunas prendas mías, así como mis cosas de aseo personal y, extrañamente, mi álbum de fotos, él único en el que salíamos los tres juntos: mis padre, mi madre y yo.

- Mmm… extraño.

Esa voz desconocida salió de la parte superior de la litera donde estaba Miharu. Provenía de un chico pelirrojo con ojos color verde, quizás mayor que yo, que estaba sentado mirando con curiosidad mis cosas. No lo vi antes porque, probablemente estaría recostado. Ese chico me recordó un poco al joven que había sido asesinado el día anterior, algo en él se me hacía familiar. Él suspiro y se recostó de nuevo en su cama, mirando al techo.

- Eres afortunado, es muy raro que traigan cosas a los prisioneros. Probablemente algún familiar te las habrá mandado.

- ¡Oh! Tienes razón Raiko-san… ¡Qué suerte! – agrego Miharu emocionado, no entendía del todo la actitud de ese crío.

Shiki pensé ¿Por qué no me las había entregado en persona?

Seguí inspeccionando mi valija y encontré un pedazo de papel, algo arrugado, en el fondo. Tenía mi nombre escrito, era una carta. La leí:

Para Tetsuya Kenshi:
¡Si serás idiota! ¡Ni siquiera me dices en que cárcel estas y me vez a mí como imbécil buscando en cada una de la ciudad!
Como sea, supuse que necesitarías estas cosas dentro de ese lugar, no pude dártelas en persona porque los guardias no me dejaron ni pasar a la sala de visitantes, dijeron que “no era el día de visitas” así que tendré que esperar hasta el viernes para verte. Necesito que me cuentes que pasó con el asesinato, se que tu no fuiste el culpable, pero esos torpes guardias no te creerán nada.
Espero que no se me haya olvidado nada, si no, el viernes me dices que y te lo consigo. No mereces estar allí pero al menos haré tu estadía más confortable. Por cierto, tu prima Anya ha vuelto a la ciudad, conociéndote sé que no querrás que se entere aún así que le dije que estabas en un viaje con unos amigos. No sé cómo pero se lo tragó, aunque creo que sospecha algo.
Hoy es tu interrogatorio ¿cierto? No debes dudar ni ponerte nervioso, si no todo será revertido en tu contra. Cuéntales todo lo que paso en verdad, para ver si se lo tragan o no. Si no te creen conseguiré a mejor abogado que exista para sacarte de allí.
No causes problemas con nadie ¿entiendes? Eres tan cabezota que ya has de tener algún enemigo dentro… Te veo en dos días Tetsuya.
Shiki

Sonreí al terminar de leerla. Así que si había sido él. Siempre tan excesivamente amable. El hecho de que mi prima Anya haya regresado era algo con lo que no contaba, suerte que Shiki me conocía demasiado bien y le inventó una buena excusa.

Me recosté en mi cama y, sorprendentemente, me quede dormido. No supe cuanto tiempo hasta que el chico pelirrojo me despertó.

- Nuevo, te buscan.

- ¿Eh? – miré a la puerta y, efectivamente, estaba el policía rubio de la noche anterior.

- Tsk. Sal pronto, no tengo todo el día – dijo este al ver que ya había despertado – Ya es hora de tu interrogatorio.

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